Tras haber estado esperando en la cola de la tienda para la
firma del nuevo libro del famoso autor, ya era mi turno. Había estado casi toda
la tarde en la cola sin moverme apenas y empezaba a sentirme bastante cansada,
sólo pensaba que por lo menos tendría mi ejemplar firmado. Cuando el de
seguridad me dijo que era la siguiente, me di cuenta que la espera había valido
la pena. Cuando le entregué el libro a Immanuel
tuvimos una breve conversación de lo que me había parecido el libro, creo que
puedo llegar a recordar las palabras exactas:
-Hola señorita, ¿su nombre por favor?- dijo con un fuerte
acento alemán. -¿Le ha gustado el libro?
-Bastante, aunque no llego a comprender del todo porqué lo
ha escrito.
-Jajajajaja, verdaderamente, lo escribí por una mera
necesidad de exponer mis ideas de una forma ordenada y para después poder
alcanzar una conclusión.
-¿ Y lo ha conseguido?
-Digamos que sí, tras mi análisis de la estética trascendental
y la analítica trascendental, estudio en la dialéctica trascendental los temas que más me interesan. Dios, yo y el mundo.
-¿Porqué son los temas que más le gustan?
-Verdaderamente, no lo sé, se puede decir que para mí todo
lo que se ha dicho no es del todo cierto y necesitaba mostrar al mundo que
verdaderamente la física y las matemáticas son ciencia, mientras que lo demás
no lo es.
-Ya... ¿Pero nunca llegó a pensar que a lo mejor se estaba equivocando
si todo lo que decía iba en contra de los demás?
-Tal vez, por eso no dejo de pensar todos los días.
Tras esto el de seguridad dijo que ya se había acabado el
tiempo, que había muchas más personas fuera. Immanuel me dedicó el libro y tuve
que salir de allí para que los demás pudieran tener su ejemplar firmado, a la
salida leí lo que había escrito.
"El sabio puede cambiar de opinión. El necio nunca"
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